21 febrero 2011

¡PAREN EL MUNDO QUE ME QUIERO BAJAR!


Cuando uno ve a una señora de 60 o 65 años, volviendo del supermercado, sin ningún apuro y con una sonrisa en los labios y montada en algo que puede ser un desde un scooter algo gastado, hasta una vieja “motoneta” en muy buen estado de conservación, es que en ese lugar las cosas andan bien. En Colonia, Uruguay, este último fin de semana, me crucé con ella.

Inmediatamente relacioné la imagen de esta señora y la sensación tan positiva que me había generado verla, con una nota que Guillermo Jaim Etcheverry, uno de los pensadores más lúcidos que tiene nuestro país, escribió para la revista de La Nación el 30 de enero pasado, con el título “Información, ciencia y sabiduría”. En la nota habla de tres cosas. La primera es que desde hace mucho tiempo no paramos de generar información, es decir de coleccionar datos, y que la cantidad que tenemos es abrumadora. La segunda es que no logramos transformar esos datos en conocimiento con la misma velocidad con que los juntamos. Es decir que tenemos los datos, pero que no siempre están procesados de modo tal de poder usarlos para algo. Y la tercera es que a pesar de tener una cantidad enorme de información y de haber logrado convertir parte de esa información en conocimiento, no somos más sabios. Porque tenemos datos, que a veces sabemos para qué podemos usar, pero casi nunca nos detenemos a pensar cuál sería la forma correcta de usarlo. Lean la nota para entender bien el concepto. Vale la pena.

Pero volviendo al tema del post, ¿por qué hice esa relación entre esa señora y la nota de Jaim Etcheverry? Porque cuando conté que había visto a esta señora, alguien me dijo algo así como “sí, ¡viven un millón de años atrasados!” y eso realmente me sublevó. ¿Atrasados? ¿Alguien que va de compras, alegre, sin apuro, en su motito, es un atrasado? ¿Y quiénes son los que no atrasan, esos supuestos adelantados? ¿Los que corren como desaforados todo el día? ¿Los que cuentan las calorías que comen? ¿Los que se compran un auto, una remera o una raqueta de tenis pensando más en las personas con las que se van a cruzar que en lo que realmente les gusta o necesitan? No, no, no, no.

Uno puede interpretar la nota de Jaim Etcheverry de muchas maneras y una de ellas, a mi juicio, es que no paramos de correr juntando datos, pero no sólo no logramos procesarlos de modo que sirvan para algo, sino que además ni siquiera logramos ser un poquito más sabios… “La sabiduría con la que hoy contamos no supera en mucho a la que disponían Sócrates, Jesús o Buda”, dice Jaim Etcheverry en su nota y eso es exactamente así. Tan así que cuando ellos adquirían esa sabiduría que todavía hoy sigue iluminando muchísimos caminos, la información de la que disponían era tanto menor a la que hoy tenemos a nuestro alcance, que podríamos almacenarla toda en un pen-drive de esos que cualquier chico de 10 años tiene en el bolsillo de su jean.

Les dejo entonces un par de tema para pensar. ¿Tiene sentido correr alocadamente, juntando datos que al final del día apenas usamos? ¿No es hora de para de juntar sin ton ni son y concentrarnos en capitalizar todo lo que sabemos, para generar más conocimiento y tratar de adquirir algo más de sabiduría?. Yo por mi parte voy a hacer el esfuerzo.

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6 Comentarios / DEJÁ EL TUYO:

sylvina dijo...

coincido con vos Juanqui. Es mejor preocuparse o mejor dicho ocuparse de adquirir nuevos conocimientos a correr como locos, sin sentido con el riesgo de equivocarnos mucho más.

Mery H dijo...

totalmente de acuerdo con vos en esto Juanqui!!

Soledad Vignolo Mansur dijo...

Me parece atinado lo de "hacer el esfuerzo" , porque no es tan sencillo de lograr. El mundo, la sociedad, la voragine laboral y tambien educativa de la actualidad no colabora con la reflexion necesaria para adquirir sabiduría. Yo lo intento a diario y a veces, termino en el sendero que no deseo. También propongo que con nuestros hijos, logremos un espacio de cuento y conversación como para empezar a predicar con el ejemplo de no correr en falso y caminar seguros.
Siempre es un gusto leerte Juan.

Adriana Fernandez dijo...

Buen post, Juanqui!! Totalmente de acuerdo. Cada año, cuando regreso de vacaciones, me siento en mi escritorio y me pregunto "qué hago acá?".
Hace unos años me recomendaron un libro y hago lo propio ahora: Elogio de la lentitud, de Carl Honore.
No es un graaaaaan libro en sentido literario. Pero es una excelente lectura para ponerse a pensar. Si no lo leíste, te lo recomiendo.

Adri

Anonymous dijo...

No solo nos la pasamos acumulando datos que no llegamos a procesar, sino que tambien acumulamos cosas que no llegamos ni siquiera a estrenar. Que bueno tu post.

patopitaluga dijo...

y la paz, donde esta? si seguimos corriendo, seguro que nos perdemos la mejor parte. Me gusta tu enfoque, trataremos de parar un poco, antes que la vida nos pare

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