27 julio 2010

SI REALMENTE NO NOS LAVÁRAMOS LAS MANOS…

Me causó mucha gracia leer hace unos días una muy buena nota de Fabiola Czubaj, en el diario La Nación, donde se habla de lo poco que nos lavamos las manos los argentinos. Obviamente lo que me causó gracia no es que sólo el 49% de la gente se lave las manos antes de comer, que apenas el 39% lo haga después de ir al baño, o que en un estudio hecho en 100 chicos tomados al azar se haya comprobado que el 88% tenía bacterias fecales en las manos. Eso es un horror y no tiene nada de gracioso. Me reí porque si hay algo que me parece que los argentinos hacemos demasiado frecuentemente, es “lavarnos las manos”…

Casi todo el mundo conoce la historia de Poncio Pilato. Fue gobernador de la región de Judea en los primeros años de la era Cristiana y tuvo a su cargo el juicio a Jesús. En ese juicio, pese a estar convencido de su inocencia y con la posibilidad de dejarlo libre, no fue capaz de asumir su responsabilidad como juez debido a la presión popular. Sin valor para hacer lo que creía que correspondía, pronuncio una frase que lo hizo célebre: “yo me lavo las manos”. Luego ordenó liberar a un ladrón llamado Barrabás y condenó a Jesús a morir en la cruz. Desde ese momento, “lavarse las manos” es universalmente entendido como no asumir una responsabilidad cuando se tiene la obligación o la oportunidad de hacerlo.

Decir entonces que los argentinos “no nos lavamos las manos” suena muy raro. Porque la verdad es que podemos tratar de repartir culpas por todas las cosas que nos pasan, pero al final del día la gran culpa es de todos, que olímpicamente “nos lavamos las manos” y dejamos hacer sin controlar, ni reclamar, ni castigar. No quiero abundar en detalles, ya que cada uno tendrá su propia lista de aquellas cosas que están como están porque cuando hubo que hacer algo, simplemente “nos lavamos las manos”.

Esta nota de Fabiola Czubaj, que se refiere literalmente a lo poco que realizamos el simple acto de lavarse las manos con agua y jabón para evitar enfermedades que en muchos casos son mortales, muestra paradójicamente cómo “nos lavamos las manos” los argentinos. Porque si tomáramos la decisión de usar agua y jabón para lavarnos las manos unas veinte veces por día, que suena a un montón de veces, apenas nos llevaría unos cinco minutos de nuestro día de veinticuatro horas. Pero no lo hacemos. Simplemente andamos todo el día con las manos llenas de bacterias. No vemos en ese simple acto una responsabilidad o una oportunidad. Ni siquiera por el hecho de que esté en juego nuestra salud. Y lo mismo pasa con casi todas las cosas que no funcionan y que son muchas, cada vez más.

No es cierto que los argentinos “no nos lavamos las manos”. Lamentablemente somos especialistas en “lavarnos las manos” y no nos va a ir mejor hasta que no cambiemos esa actitud.

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4 Comentarios / DEJÁ EL TUYO:

Juan Romero dijo...

También "somos campeones del mundo en lavarnos las manos", sin dudas, una nación nacida para la gloria eterna.

Mariano dijo...

Barrabás no era un ladrón... Y de hecho lavarse las manos con jabón de tocador suele traer mayor contagio de bacterias.
Hay que usar un antiséptico

Juanqui dijo...

Es todo un tema quién era Barrabás, ya que los evangelistas no se ponen de acuerdo. Lo que se sabe es que era un conocido "bandolero" y que estaba preso y condenado por "haber participado en un motín en el que se cometió homicidio". Abrazo Mariano!

Sarita Vigna dijo...

"No es cierto que los argentinos “no nos lavamos las manos”. Lamentablemente somos especialistas en “lavarnos las manos” y no nos va a ir mejor hasta que no cambiemos esa actitud".

Juanqui, chapeaux, comparto total y absolutamente la expresión tuya, que incluyo entrecomillada, como resumen al excelente análisis. Cuado uno observa a Chile, Brasil, Uruguay, que jamás pasaron por el tipo de situaciones y de dirigencia política, sindical, de todos los colores como la que vivimos y super campeones en repetir historias. Comparto también que se debe cambiar de actitud, pasando por la educación y la cultura, si comienzo por respetar al otro, tengo derecho a exigir respeto. Lamentablemente hay demasiada gente, para mi gusto, y no sólo adolescentes, que permitieron que el desguase del país les llegara al cerebro y perdieron la memoria. Sigamos pidiéndole a Dios que ilumine a la Argentina y al mundo. Un abrazo,

Sarita Vigna :'( :'(

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