21 julio 2010

DOS APUNTES

Por Mario Mactas (*)

Capusotto. Pienso un rato en Capusotto después de verlo con una rara mezcla sensible de admiración y rechazo. Se trata de un enorme talento, de una modernidad y una inteligencia superiores, con buenos guiones y buena puesta. A la vez , parece tentado por no caerse nunca del alambre sobre el que hace equilibrio. Y allí es donde echa mano de lo que, bueno , de lo que tenga precisamente a mano hasta el límite de una suerte de desesperación por que no decaiga. De todos modos, si se compara con la troupe de imitadores de famosos y comicastros anticuados que son la mayoría, luce como la estrella de lo que realmente vale.

Placer y diversión: me sugieren ir a conocer- y a almorzar- en el Colegio de Cocineros Gato Dumas. Acepto de inmediato. Fui bastante amigo de Dumas, un tipo con gran sentido de la aventura, un creador que inventó la euforia y el orgullo de ser cocinero y se transformó en aquel personaje que combinaba sin problemas un actor, un animador de televisión, un ser caprichoso y creativo, malhumorado y fascinante. Perdón por el lugar común tan espeso: Dumas marcó un antes y un después.

Para hacerla corta, comimos formidablemente y vimos de qué manera las carreras de cocinero, de administrador de negocios gastronómicos, de pastelero, de sabio en vinos, son parte de la educación general y una opción que permite ir a cualquier parte de este mundo sin revalidar nada, sólo con la capacidad y la disposición, eso resulta claro, de trabajar fuerte. Me encantó.


(*) Publicado simultáneamente en Qué te parece...? y El Toque Mactas

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