QUE PEDAZO DE BESTIA...

El Presidente de Venezuela, Hugo Chavez, no conoce los límites. Con el paso de los años se acostumbró a ignorar las reglas de la política, luego avasalló el sistema legal de su país y finalmente fue tras la vida de las personas. Pero parece que no fue suficiente. Ahora se dedica a una suerte de rito macabro, que consiste buscar cualquier excusa que le permita desenterrar cadáveres. Acaba de hacerlo nada menos que con el de Simón Bolívar.

Con el argumento de precisar las causas de su muerte hizo abrir el cofre que, desde el año 1842, contenía la osamenta del caudillo venezolano, prolijamente unida con alambres de plomo y plata y cubierta con barniz preservativo. Arteramente separaron y guardaron cuatro muestras dentales, dos trozos del húmero derecho, un trozo de costilla, la cuarta vértebra dorsal completa y un fragmento del hueso frontal. Todo a efectos de extraer ADN. Además, separaron el cráneo del resto del cuerpo y lo sometieron a una serie de pruebas mediante el uso de un tomógrafo. El proceso no siquiera fue algo privado, sino que se grabó íntegramente y las imágenes fueron emitidas por la televisión pública. En este video, que dura poco más de un minuto, puede verse parte de lo que fue el proceso:



De más está decir que la decisión de exhumar el cadáver se tomó sin consultar a los descendientes de Bolívar, que se oponían a la medida. Es conmovedor escuchar a Beatriz Bolívar Matos de Maldonado, de 77 años, tataranieta del caudillo y su descendiente directo de mayor edad, señalar que “no hubo el más mínimo contacto. Es una vergüenza el uso seguido del nombre de Bolívar para beneficio propio. El problema es la imposibilidad de un diálogo decente o civilizado cuando se creen dueños de todo, hasta del Libertador”.

El marco de todo este macabro proceso tuvo ribetes casi mesiánicos. Especialmente cuando Chavez visitó al equipo que estaba a cargo de la tarea, que encabezaba el propio Vicepresidente Ejecutivo de Venezuela, Elías Jaua. La frase con que Jaua describe el momento es por demás elocuente: “La presencia del Presidente Chávez en dos oportunidades nos llenó de aliento. Su inspiración, sus palabras frente a El Libertador y a nosotros fueron estímulo para continuar de pie hasta las 8:00 de la mañana del día siguiente, cuando colocamos los restos de Bolívar nuevamente en el sarcófago”.

Por algún motivo todo esto me hizo acordar de un dictador africano de la década del ’70 llamado Idi Amín Dada, una especie de bestia analfabeta que llegó al extremo de matar a sus enemigos, comérselos en obscenos banquetes y guardar las sobras en las heladeras de su palacio, donde fueron encontradas cuando finalmente se logró echarlo del poder.

Chavez por ahora no se ha comido a nadie. Pero sin duda se parece más a una bestia que al estadista que pretende ver en él sus seguidores.