PODRÍAMOS ESTAR FRENTE A UN GRAVE CONFLICTO DE PODERES

Si algo hay que reconocerle a la Presidente Cristina Kirchner, es que es tiene opiniones formadas sobre la gran mayoría de las cuestiones políticas que hacen a la vida institucional del país y que no se la calla. Eso no me parece mal, sino por el contrario, me parece bien. Sin embargo, una cosa es tener y dar una opinión política, “jugada” como además suelen ser las opiniones de la Presidente, y otra muy diferente es apoyar de manera activa a quienes desobedecen los fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Eso ya entra en el terreno de lo peligroso.

Veamos lo que pasó. Cuando el ex Presidente Néstor Kirchner era Gobernador de Santa Cruz, despidió al procurador provincial, Eduardo Sosa. Sosa reclamó judicialmente durante varios años, hasta que la Corte Suprema de Justicia de la Nación falló, de manera definitiva, a favor de su pedido de ser repuesto en el cargo. El actual Gobernador de la provincia, Daniel Peralta, que es quien debe cumplir con ese falló, se negó a hacerlo. La Corte Suprema, ante esta negativa, denunció penalmente al Gobernador Peralta por incumplimiento de los deberes de funcionario público. Además, comunicó la situación al Congreso de la Nación, que podría llegar a intervenir la provincia. En medio de las declaraciones del Gobernador Peralta y de legisladores del oficialismo y de la oposición, la Presidente Kirchner se sumó al debate y dijo lo suyo: “Gobernador Peralta, me lo quieren intervenir. No importa, le vamos a dar asilo político en la Casa Rosada”.

Fue una declaración política “jugada”, como las que hace habitualmente. Pero me parece que no tuvo en cuenta que se estaba pronunciando en favor de la desobediencia a un fallo de la Corte Suprema de justicia de la Nación, que es nada menos que uno de los tres poderes del estado, con el mismo rango constitucional que el Poder Ejecutivo, del cual ella es la cabeza. Eso complica la situación.

La Presidente no es una persona que suela dar marcha atrás cuando fija una posición. Y ahora está en un brete. Porque le prometió al Gobernador Peralta que lo va a ayudar y a ella le gusta cumplir con lo que le promete a su gente. No le dijo “Gobernador, yo estoy con usted, pero un fallo de la Corte es un fallo de la Corte y hay que cumplirlo”. Eso hubiese estado bien. Muy bien. Le dijo en cambio que le va a dar “asilo político” en la Casa Rosada.

No veo cómo va a resolver este tema y eso me preocupa. Pensemos solamente en qué pasaría si la Corte le pide que la intervención de la fuerza pública para hacer cumplir su fallo. ¿Le ordenará a la Policía Federal que actúe? ¿Se negará? ¿Qué hará la Corte si la Presidente le niega apoyo? ¿Qué hará el Congreso, que es el tercero de los tres poderes del estado?

Podríamos llegar a estar frente a un conflicto de poderes con pocos antecedentes en nuestra historia política e institucional. Ojalá prime la cordura.