"FUIMOS TODOS"

Lo que está pasando en la televisión argentina me hace acordar, salvando las enormes y obvias diferencias, a lo que pasó en el país en el año 1976 y que tan bien analiza Juan Bautista Yofre, alias “el Tata”, en su libro “Fuimos Todos”: algunos creían que se había ido demasiado lejos y que el golpe militar estaba justificado, mientras que otros definitivamente querían ese golpe; algunos se callaron por miedo, otros porque no veían tan mal las cosas y hasta hubo un grupo que lo hizo porque lo que estaba pasando le parecía bien; nadie denunció nada porque no había que hacer olas, no había que meterse en problemas. Y pasó lo que pasó.

No es fácil criticar al que tiene éxito. Las consecuencias de enfrentarse a esa especie de “poder circunstancial” que da el éxito son sumamente desagradables. Pero soy un convencido que las consecuencias son todavía peores. Como pasó con el golpe militar del año 1976 y como pasó seguramente en otras muchas oportunidades a lo largo de nuestra historia. Por eso hago esta analogía tan dramática.

Como no quiero que los exitosos de turno se terminen convirtiendo en un monstruo y arrasando con lo poco que nos queda de sentido común, cultura y de buen gusto, tengo que decirlo: me parece lamentable que personajes como Tinelli, Fort, Caqui no-se-cuanto, Winograd, Zulma Lobato, el guardaespaldas Tito, Pachano, Mariana de Mello, Flavio Mendoza y otros tantos que realmente desconozco, hayan copado virtualmente nuestra televisión, convirtiéndose en protagonistas de los programas con que los argentinos deberíamos divertirnos, informarnos, aprender y pasar un buen rato.

Que quede claro que lo mío no pretende ser una imposición. No quiero prohibir que nadie trabaje en la televisión, en el cine o en el teatro. No quiero prohibir que nadie se divierta con lo que quiera divertirse. ¡Viva el derecho a la estupidez! ¡Viva el vale todo¡ No tengo nada contra lo que a mi no me gusta. Pero no puedo dejar de decirlo… No quiero que el día de mañana, analizando las consecuencias de semejante locura, tenga que decir, una vez más, “fuimos todos”. Esta vez yo no tengo nada que ver.