REFLEXIONES SOBRE LOS "DVD TRUCHOS"

El jueves pasado compré cinco DVDs, de los cuales tres eran de películas que se habían estrenado el jueves anterior. Se los compré a un chico que había armado una suerte de kiosco en la esquina de Coronel Díaz y Cabello y venían en una bolsita plástica dentro de la cual estaba la cubierta habitual de cualquier DVD. Al día siguiente compré otros cinco, de los cuales dos eran de películas estrenadas ese mismo día y dos eran películas que se estrenan hoy. En este caso los compré en un puesto de diarios en la esquina de Cerviño y Coronel Díaz (foto del post, no muy buena, pero ¡"robada" con mi Blackberry!), a cien metros de la compra anterior, y venían en cajas plásticas muy prolijas. En todos los casos pagué $ 10 por cada DVD. La facilidad con que me hice de estas diez películas me dejó pensando…

Lo primero que pensé fue en lo insólito de la situación. Había comprado DVDs por menos de lo que me cuesta en mi video club alquilarlos por sólo 24 horas. Y según me dicen mis dos hijas mayores, “pagué caro”: hay lugares en donde se venden a $ 5 por unidad, incluido el envío a tu domicilio, e incluso se pueden conseguir a $ 2,50 en el Microcentro. ¡Que loco!

La segunda reflexión fue el típico “¡que horror comprar DVDs truchos”. El razonamiento en el que ésta se basa es absolutamente lineal. Como los chicos de la esquina de Coronel Díaz y Cabello y el dueño del puesto de diarios en la esquina de Cerviño y Coronel Díaz no tienen autorización formal para vender esas películas, comprárselas no está bien.

Sin embargo hay algo que no me cierra en todo esto. No veo productores, directores y actores manifestando por el daño que les produce la venta de estos “DVDs truchos”. Nunca escuché que el INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales) protestara por esta supuesta falsificación de películas y el supuesto daño a la industria a la que protege y hasta promueve con subsidios importantes. Tampoco leí ni escuché nada de la Cámara Argentina de Video, ni de empresas como Village, Hoyts o Atlas, que manejan las salas de cine. Y obviamente para la policía el tema no existe. Porque están ahí, en plena calle, a la luz del día, vendiendo alegremente sus películas. Agarrarlos de las pestañas sería más que fácil.

¿Qué es lo que pasa? ¿El problema no existe? ¿Los “DVDs truchos” no afectan a nadie? Pero incluso más allá de las respuestas a estas preguntas, ¿se viola el derecho de propiedad de quienes no hacen nada por reclamar y proteger ese derecho? ¡Todo un tema! No sé, yo sigo pensando…