29 junio 2010

MI PRIMER LIBRO

Muchas veces me despierto en la mitad de la noche. Con el paso de los años, aprendí que lo mejor que puedo hacer cuando eso pasa es tirarme en algún sillón de la casa a leer. Mucha gente se desespera cuando se despierta a la madrugada y no puede volver a dormirse. Yo estoy convencido de que es un momento del día muy especial, silencioso, muy privado, en el que uno puede pasarla realmente muy bien. Leer un libro a esas horas me permite no sólo preparar el terreno para volver a dormirme, sino además sumergirme por un rato en el mundo de fantasías que proponen los escritores.

Días pasados me desperté a eso de las cuatro de la mañana. Sabiendo que me iba a costar conciliar el sueño enseguida, empecé a buscar algo para leer. Suelo tener siempre cuatro o cinco libros sobre mi mesa de luz, pero estas levantadas en mitad de la noche suelen ser una buena excusa para empezar algo ágil y divertido, que se pueda terminar en el día. Revolviendo, me encontré con una lindísima sorpresa: mi primer libro.

Obviamente este libro tiene una historia. Allá por el año 1973, fuimos con uno de mis hermanos a dormir a lo de una hermana de mamá, cuyos hijos, mis primos, tenían nuestra misma edad y de los cuales éramos muy amigos. A pesar de que ya era un grandote de nueve años, a eso de las doce de la noche, cuando ya todos se habían dormido, resolví que quería volverme a casa. ¡Imagínense la cara de mi tía ante la situación! Me miró un rato sin decir nada, después se las arregló para prender la luz del cuarto sin despertar a los otros tres chicos que dormían conmigo, me dio un libro y me dijo, con un tono que no admitía réplicas, que”. El libro se llamaba “Los Hollister vas al oeste” y es una de las 32 aventuras escritas por Jerry West sobre la familia americana que pueden ver en la ilustración de este post.

Por supuesto, me devoré el libro esa misma noche. Cuando le conté al día siguiente que no sólo lo había leído, sino que era además el primer libro que leía, me lo dio y me dijo “tomá, éste tiene que ser el primer libro de tu biblioteca”. No se equivocó. “Los Hollister van al oeste”, que fue el primer libro que leí fuera de alguna cosa que seguramente me habrán dado en el colegio, fue el primer libro de mi biblioteca. Y todavía sigue allí. Tiene sus años pero está impecable. Su lomo curvo, típico de los libros viejos, y las coloridas ilustraciones del artista lo distinguen de la mayor parte de los casi 500 libros que tiene mi biblioteca, en la que él fue el primero.

Esa noche tarde en elegir el libro que me acompañaría durante las horas de insomnio. Recorrí la biblioteca buscando otras perlitas como esa. Encontré varios libros de la saga de "Los Hollister" (este LINK lleva a las tapas de toda la colección, aunque en inglés), libros de la colección “Robin Hood”, gran cantidad de libros de Agatha Christie, clásicos para adolescentes como “Juvenilla”, “Corazón”, "Azabache", “Mi planta de naranja lima” o “Los muchachos de Jo”. Y me hice el propósito de escribir al día siguiente un post sobre lo que representa o puede representar una biblioteca en la vida de una persona. ¡Pero me colgué y no lo hice!

Ayer leía la revista Noticias de este fin de semana y una buenísima nota de Luis Frontera, en la que relata su encuentro con José Saramago en la isla Lanzarote, me hizo retomar la idea.

Recordando uno de los dos momentos “solemnes” de ese encuentro, Frontera relata: “El segundo sucedió cuando le recordé que, su madre nunca le había dado el beso que él siempre le pedía de niño: ‘Sí, pero le aclaro que no era falta de afecto. A los 15 años, una vez, enfermo, le pedí algunos libros para leer en la cama. Y ella recorrió todas las casas del barrio. Y los trajo. Esos libros fueron los besos de mi madre’”.

Me dejó impresionado. Es duro que a uno le pregunten por ese beso que siempre le había pedido a su madre y que ella nunca le dio. Pero es de una contundencia pocas veces vista comparar los libros con los besos de una madre. Porque es un poco así.

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9 Comentarios / DEJÁ EL TUYO:

Mariano Bronenberg dijo...

Excelente, Juanqui, como de costumbre. Me trajo reminiscencias del que fue mi primer libro, un regalo de mi padre para mi quinto cumpleaños, ya que por ese entonces leía de corrido y me quedaba haciéndolo de noche sin poder abandonar la lectura hasta que el sueño me derrotaba ya bien entrada la madrugada. Por razones de espacio, mudanzas y motivos varios, he debido renunciar a mi biblioteca en -al menos- dos oportunidades (solamente un bibliómano sabe del dolor que se siente en esas circunstancias). Ese primer ejemplar de "Alicia en el país de las maravillas" de la colección Robin Hood debiera hoy figurar en el inventario de la Biblioteca Pública de la localidad de Atalaya, en la Provincia de Buenos Aires.

Ignoro cuántos ejemplares tengo hoy en mi biblioteca,pero cada vez que comencé la tarea de reconstruir mi acervo bibliográfico me he preocupado por contar con un ejemplar de ese texto para adultos escrito como un cuento para niños.

Gracias por compartir con tus seguidores una experiencia tan rica y al mismo tiempo estimular el recuerdo de un hecho que marcó mi vida.

Un abrazo.

Laura dijo...

Muy lindos recuerdos. Mucha ternura desparramándose en tu blog de hoy. Que no es poco.
;)

Gracias !!!

angie roytgolz dijo...

... me encanta, Juan
Todo lo mejor!

otro abrazo.

Sol M dijo...

Un simple libro, terminó teniendo un valor especial para vos, siempre lo recordás y te marcó en parte un momento de tu vida.....Hasta es posible que por haber leido ese libro, hayas descubierto un costado tuyo que desconocías....el de escribir.Que Lindo
chaucito!

José María Pereda dijo...

¡Quién no se acuerda de los Hollister, Juanqui!
¡Espectacular!

Marilyn Balaguer dijo...

Juan, lo ley y tambien me hizo acordar de mi primer libro, yo tambien tengo la costumbre de aprovechar la noche cuando no puedo dormir y leer es un momento magico y mio. gracias x compartir tu experiencia de tu primer libro, me hiciste sonreir.

Jorge Domínguez dijo...

Estimado Juan. Espero poder cerrar una "herida abierta" de mi infancia. Yo también leí apasionadamente Los Hollister van al Oeste, el número 10 de la colección. Pero en un determinado momento, y para mi gran frustración, algunas páginas ¡¡¡ vinieron en blanco !!!. Las tuve obviamente que saltear.
Treinta y cinco años después de esta inmesa frustración (tengo 46 años), aprovecho para pedirte entonces un favor: si por favor podés escanearme y enviarme las páginas 162-163 166-167 170-171 y 174-175
Muchas gracias. Felicitaciones por el blog. Un abrazo
Jorge Domínguez (jordominguez@yahoo.com)

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