09 noviembre 2008

HAY QUE DARLE A "LA CAÍDA DEL MURO DE BERLÍN" LA RELEVANCIA HISTÓRICA QUE LE CORESPONDE

Hoy se cumplen 19 años de La Caída del Muro de Berlín y la Canciller de Alemania, Angela Merkel, anunció el inicio de las actividades con que se celebrarán, el año próximo, los 20 años de “la reunificación alemana”.

Me alegra que Alemania pueda celebrar la reunificación de un país que había sido partido en dos bajo la excusa de “contener el avance del fascismo”.

Sin embargo, soy de los que piensan que La Caída del Muro de Berlín representa mucho más que la reunificación alemana.

Muestra en primer lugar lo que puede ocurrir cuando los líderes mundiales no están lo suficientemente alertas: en ese momento, el Canciller de la República Federal de Alemania, Konrad Adenauer, pidió “calma y prudencia” a la población y sólo esbozó algunas medidas que nunca llegaron a adoptarse; el Presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy calificó el hecho como “una solución poco elegante, aunque mil veces preferible a la guerra”; y Harold Macmillan, Primer Ministro Británico, fue todavía más lejos al justificarlo diciendo que “Alemania del Este detiene el flujo de refugiados y se atrinchera tras un grueso telón de acero. No se trata de nada ilegal.”.

Pero fundamentalmente marca el punto culminante de un proceso de debilitamiento del comunismo soviético, que llevó luego a su caída.

Tras años de enfrentamiento entre la URSS y el bloque de los Estados Unidos y sus aliados, la decidida acción del Presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, de la Primer Ministro Británica, Margaret Thatcher, y del Papa Juan Pablo II, generó un fuerte impacto en la cohesión y la confianza del bloque soviético.

La videncia de que el modelo necesitaba ser urgentemente revisado llevó al entonces Secretario General del Partido Comunista de la URSS, Mijail Gorbachov, a proponer una serie de medidas revolucionarias, a las que denominó “Perestroika”: se reestablecía la propiedad privada, se permitía el beneficio personal, se reconocían partidos políticos, se elegían autoridades por el voto popular, se podía circular libremente por todo el territorio del país y se podía entrar y salir libremente de la Unión Soviética.

Contrariamente a lo que esperaba Gorbachov, aunque como era de esperarse, la relevancia de estos cambios chocaron con los intereses de los sectores soviéticos más conservadores y se desató una crísis política que, poco a poco, se fue extendiendo por todo el territorio de la URSS, alcanzando países como Alemania Oriental, Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Bulgaria, Albania, Yugoslavia y Rumania.

Es en medio de este rápido y contundente proceso de disgregación de la Unión Soviética que se produce La Caída del Muro de Berlín.

No como la voluntad de las “dos alemanias” de reunificarse en un único país. Sino más bien como consecuencia de este cambio en el orden mundial, en donde el muro debía caer y la consecuencia lógica de su caída era que Alemania volviera a su situación original.

Ojalá Alemania festeje su reunificación como este episodio merece.

Pero ojalá también el mundo no olvide y celebre este hecho que representó la caída de un sistema totalitario que tuvo en vilo el mundo, bajo amenaza de una guerra nuclear, durante muchos, muchos años.

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