Ayer por la mañana, con el voto del Senado, el Congreso uruguayo había sancionado una Ley que despenalizaba el aborto en "circunstancias derivadas de las condiciones en que ha sobrevenido la concepción, situaciones de penuria económica, sociales, familiares o etarias, que a su criterio le impidan continuar con el embarazo en curso".
La decisión implicaba flexibilizar de manera dramática lo que establecía la Ley sancionada en 1938, que tipifica al aborto como un delito y que establece como causales para la no aplicación de las penas previstas "el caso de violación o si peligra la vida de la madre o del feto".
Tabaré vetó la norma por convicciones. No cree que la interrupción de un embarazo sea más que una alternativa de última instancia frente a peligros graves y efectivos para la salud o la vida de la madre. Y la nueva Ley iba mucho más allá, creando instancias en donde practicar un aborto podía ser simplemente la consecuencia de una decisión subjetiva de la madre de ese ser por nacer.
Seguramente la decisión que tomó el Presidente uruguayo no fue facil. pero mostró coraje al advertir que lo haría y al hacerlo efectivamente a menos de 24 horas de votada en el Congreso.
Su actitud lo honra. Ojalá sirva de ejemplo para los presidentes del resto de la región, en donde hoy se ha puesto de moda tratar de flexibilizar la interrumpciòn de un embarazo.
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